Siempre fuimos multiespecistas: Compostando devenir con más que humanos

Abstract

«Nunca fuimos modernos» es el pregón que Bruno Latour (2007) nos legó para desentramar un mundo —el moderno— que autoriza «la socialidad acelerada de los no-humanos sin por ello permitir que éstos aparezcan jamás como elementos de la “sociedad real”» (ibid., 71). Entonces, recogiendo la provocación del filósofo francés, nos preguntamos: ¿Qué fuimos? ¿Qué estamos siendo? Situada en medio de su enredo multiespecies, Donna Haraway respondería que «(s)omos humus, no Homo, no ántropos; somos compost, no posthumanos» (2019: 94). Pues bien, dispuestos en el juego de hilos que evoca la autora nos dedicaremos, en este ensayo, a recorrer mundos compuestos por socialidades más que humanas con el fin de indagar sobre la urdimbre relacional de los mismos. Nuestra intención es abordar algunos ejemplos etnográficos que nos permitan repensar, desde las emergentes propuestas multiespecies (Kirksey y Helmreich 2010; Van Dooren et al. 2016), cómo historias de vida «tentaculares» se entrelazan y producen habitabilidad en las ruinas del capitalismo (Haraway 2019; Tsing 2019). Concretamente, navegaremos por tres territorios situados en Argentina. El primero, compuesto por los vínculos de «crianza mutua» que tejen humanos, animales, cultivos y otros-humanos1 en los mundos andinos; el segundo, responde a un entorno de socialidad compartida entre indígenas qom, humanos acuáticos y peces; el tercero, vincula unabordaje etnográfico propio, que lxs autorxs de este texto venimos desplegando entre sahumeras, humos y plantas en el litoral fluvial del río Paraná.