Paisaje, Nación y Turismo: La política de promoción de los Parques Nacionales de la Norpatagonia (1934-1955)

Abstract

En la Argentina entre los años 1902 y 1903 se reservaron porciones del territorio de frontera para la creación de futuros Parques Nacionales, aunque estos proyectos se materializaron un cuarto de siglo después. En la Norpatagonia se destinaron para el primer parque nacional las tierras donadas por Francisco Moreno a la par que, en el Noreste argentino, ocurrió un proceso muy similar que a la larga dio lugar a la creación del Parque Nacional Iguazú, -gracias a la planificación de Carlos Thays y el financiamiento del gobierno del Territorio Nacional-, con miras a generar presencia estatal en las zonas de frontera con Chile en el oeste y con Brasil en el noreste. En los discursos referidos al tema se puede apreciar cómo los espacios naturales considerados primigenios fueron transformados, con el devenir de los años, en paisajes culturales a partir de la estrategia política de apropiación conceptual en el contexto internacional de expansión del capitalismo por parte de los países centrales, y de reafirmación territorial, en el caso del contexto latinoamericano. Argentina no estuvo al margen de dicho proceso y fue en la Norpatagonia donde se asignó a la naturaleza el estatus de contenido educativo y disciplinador, sosteniéndose la idea de que el territorio permitía la identificación nacional y la cohesión social, siendo el verdadero "escenario" físico, geográfico e histórico del patriotismo y de la nación (Quijada, 2000). El presente capítulo se propone como un ejercicio de revisión y análisis de algunos de los relatos que conforman la supuesta "memoria colectiva patagónica", tomando como espacio de análisis la Norpatagonia a través de una institución muy particular como lo es Parques Nacionales. El corpus trabajado reúne prácticas y discursos que se moldearon, relatado, transformado, registrado y representado a partir de objetos y dispositivos a los que consideramos portadores y soportes materiales de la historia y la memoria, consideradas abstractas e intocables. En particular, al problematizar las memorias institucionalizadas, se hacen evidentes los discursos hegemónicos, así como también, los espacios de olvidos y las omisiones a partir de la agencia de los actores involucrados.