¿Qué puede una canción?

Abstract

"Corazón mágico", compuesta por los españoles Honorio Herrero, Luis Gómez Escolar y Julio Seijas, que se convirtió, en los años 80, en uno de los grandes éxitos de José Gómez Romero, conocido como Dyango, es la canción (la única canción) que se escucha en La siesta del tigre, el tercer largometraje de Maximiliano Schonfeld, estrenado en 2016. Ahora bien: desde el comienzo queda claro que no se trata de una historia de amor. No, al menos, en el sentido convencional. No estamos ante un melodrama, un musical o una comedia con los que la canción busque empatizar. Tampoco frente a una película romántica sobre un fondo de crítica social. El discurso amoroso que la canción condensa se desliza a través de una pendiente desencadenada de pautas morales y narrativas: sin guion, sin argumento, sin siquiera fragmentos que permitan reconstruir una línea coherente, la amistad, la camaradería, los diminutos gestos cotidianos que posibilitan vincularse afectivamente con los otros y con el ambiente toman cuerpo en esta película que, de nuevo, no habla de amor. Sorprendentemente, no habla de nada. Y tal vez por eso puedan decirse muchas cosas respecto de la intervención de esa canción popular que, oída en retrospectiva, resulta una inusual declaración de principios éticos y estéticos porque no necesita declamaciones ni justificativos externos a lo que se está filmando: sin ir más lejos, un hecho social. Al margen de miradas que cuestionen su presunta ilegitimidad cultural, la canción romántica es una pieza clave de la educación sentimental en el mapa afectivo que la película desanda a mano alzada.