La formación de los entusiastas: la idea de universidad ante la amenaza tecnocrática

Abstract

Nunca antes en la historia ha sido tan evidente el grado extremo de necesidad y dependencia material de la vida humana de las innovaciones tecnológicas y de los descubrimientos de la investigación científica. El drama de la espera de las dosis que no llegan – radical en los países de la periferia, aunque no menos presente en las sociedades del centro capitalista – no oblitera la percepción irrefutable de la celeridad con la que los laboratorios productores y los consorcios farmacéuticos han dado respuesta a la pandemia global con porcentajes inéditos de efectividad en la inoculación contra el virus. A su vez, la crisis de la pandemia ha facilitado a escala global la conciencia inequívoca acerca de los límites de la racionalidad técnicocientífica como único patrón de reproducción social. No sólo por la experiencia de la fragilidad de la vida que produce lo desconocido –aquello que se resiste a nuestro control– sino también por la percepción de las consecuencias devastadoras para la naturaleza externa e interna, y para las formas comunitarias de vida del despliegue de una técnica desarraigada de toda finalidad consciente e incapaz de reflexionar críticamente sobre su propio destino.