Tesis doctoral
La influencia de la organización hospitalaria bizantina en el Hospital de San Juan de Dios y la práctica médica en el Reino Latino de Jerusalén (1099-1187)
Greif, Esteban Augusto
Director:
de Asúa, Miguel José Cristian
Codirector:
Ubierna, Pablo Alejandro
Fecha de publicación:
20/03/2019
Idioma:
Español
Clasificación temática:
Resumen
Dentro del amplio conjunto de estudios que conforman la historia de las cruzadas y la consolidación del Reino Latino de Jerusalén, el de la medicina posee un capítulo especial cuyo tratamiento ha involucrado a profesionales de diferentes campos. Tanto los historiadores de la ciencia, como aquellos que se enfocaron en el desarrollo social de los estados latinos buscaron entender y definir a los protagonistas de la práctica médica desarrollada en Outremer. De tal modo, desde diferentes enfoques fueron señaladas, en mayor o en menor medida, la importancia y la influencia de los saberes y las prácticas locales en la constitución de las diferentes instituciones hospitalarias que los europeos establecieron en Tierra Santa. Entre dichas instituciones, existió una que fue central en el despliegue médico del mundo latino de Ultramar entre los años de la conquista de la Ciudad Santa (1099) y su pérdida ante los ejércitos mamelucos (1187). El Hospital de San Juan de Dios en Jerusalén, creado por los caballeros Hospitalarios, fue sin duda una de las producciones más importantes de los cruzados en los primeros años de su dominación en Oriente. Como se puede observar en numerosos relatos y diversos testimonios de la época, la importancia de su tarea de asistencia, atención y cuidado médico, siempre fue valorada y destacada. En efecto, este motivo fue fundamental para la adquisición de un enorme prestigio y poder tanto en Oriente como en Occidente. Su historia comenzó en el año 1071, cuando un grupo de mercaderes amalfitanos reconstruyó en Jerusalén el monasterio bizantino del siglo V. Junto a este fue construido también un hospicio para el cuidado de pobres y necesitados. La dirección del complejo quedó en manos de un grupo de hermanos benedictinos italianos que hospedaban a los viajeros en Tierra Santa. Ante el incremento de peregrinos luego de la primera cruzada, fueron creados un segundo y tercer hospicio para la atención de todas las personas. La hermandad sobre la que recayó la dirección del complejo vivió desde entonces un proceso de rápida transformación. Estos hermanos con el tiempo comenzarían a ser conocidos como los Hospitalarios y lograrían convertirse en una de las corporaciones más poderosas de Outremer, lo que les permitiría disponer de los recursos con los que, desde mediados del siglo XII, comenzaron la construcción del gran hospital de Jerusalén. Su carisma particular, pese a la militarización posterior, nunca dejó de ser identificada con el sentido caritativo asociado a su tarea de atención médica. El hospital, que le otorgaba su sentido fundamental, fue sin duda la institución médica más importante del Reino Latino de Jerusalén y de las más significativas de la Edad Media. En este sentido, para la sociedad europea el despliegue que alcanzó esta institución constituyó una práctica novedosa, vinculada, entre diversos factores, a la originalidad de las órdenes militares que surgieron en Siria y Palestina durante la dominación europea: el cuidado al prójimo, sea mediante las armas o la atención hospitalaria ya no se entendía como una vía de salvación propia, sino como una tarea que definía un tipo de carisma particular, nuevo para la mentalidad occidental. Lo llamativo de este punto en relación a la orden del Hospital es que no se ha indagado suficientemente en el origen de dicha novedad. Pero sobre todo, tampoco se lo ha hecho en relación a los numerosos aspectos que determinaron el tipo particular de organización hospitalaria que adquirió su institución principal en Jerusalén. De tal modo, la pregunta que guió nuestra investigación giró en torno al modelo institucional sobre el que se basaron los caballeros de San Juan a la hora de organizar su hospital. Ahora bien, si hasta el siglo XIII no existió en Europa un patrón de desarrollo hospitalario generalizado, cabe preguntarnos ¿sobre qué modelo abrevaron los Hospitalarios en la puesta en marcha de su tarea médica? En este sentido, sería lícito suponer que las instituciones que habrían servido de inspiración eran las que sí existían en el mundo bizantino. En efecto, dicho modelo -determinante en el surgimiento de los hospitales en el mundo del Mediterráneo Oriental- estaba disponible en la región de Siria y Palestina, lo que reforzaría la hipótesis de que los elementos propios de la práctica médica bizantina pudieron predominar en la fundación del Hospital de San Juan de Dios en Jerusalén. Al mismo tiempo, indicamos las razones que no permiten asociar su origen a los hospitales creados en el mundo árabe. En efecto, muchas de las características de estas instituciones no se asimilan al modelo de organización hospitalaria adoptado por los caballeros de San Juan, como sí lo hacen los del mundo bizantino. De tal modo, indagamos en las fuentes que ilustran la práctica desarrollada en el Hospital de San Juan -la primera regla de la orden, estatutos, relatos de residentes, peregrinos y dignidades de la iglesia latina- los puntos en común y los préstamos concretos que los hermanos originales tomaron de la organización hospitalaria bizantina para la puesta en marcha de sus primeros hospicios en Jerusalén, descripta en un conjunto diferente de reglas (typika) de los monasterios griegos en Palestina y Constantinopla. De esta forma, en relación a los orígenes de la primera comunidad, nos detuvimos en el señalamiento de las similitudes que existieron entre la primera regla de la orden (la de Raimundo de Puy), y los typika de dos monasterios griegos de la región y sus hospicios asociados. El primero de estos se conoce como el Monasterio de la Madre de Dios tou Roidiou y se ubicaba en la región de la Montaña Negra en Siria, mientras que el segundo, se llamaba Monasterio de Sabas y se ubicaba en Jerusalén. De esta manera, pudimos vincular los orígenes de la hermandad de los Hospitalarios a la organización de estos monasterios, cuyas reglas fueron compuestas casi en simultáneo a la conquista europea de Tierra Santa. Así, nos posicionamos frente a una serie de trabajos que destacaron el desconocimiento parcial de muchos elementos que influenciaron a Raimundo de Puy en la composición de primera regla y el funcionamiento de la comunidad original que luego constituiría la orden del Hospital. Por otro lado, nos detuvimos en los trabajos de algunos historiadores que se enfocaron en el estudio de la dieta indicada en los estatutos de Roger de Moulins (1182) para señalar como diferentes tratados médicos habrían estado en el origen de la prescripción de comidas, y por lo tanto de terapias, en la atención médica del hospital. Estos trabajos consideraron una serie de textos de origen occidental, bizantino, u árabe como modelos de inspiración médica de los Hospitalarios. De esta forma, para estos historiadores, el tipo de dieta descripta en estos textos se reflejaba en la desarrollada en los hospitales u hospicios de las órdenes de caballería en función de la mayor o menor coincidencia de comidas prescriptas y/o prohibidas. Indicamos también que en relación a la práctica médica de los Hospitalarios, los problemas principales de este procedimiento, entre otros, tuvieron que ver con que, en primer lugar, muchos de los textos comparados eran muy lejanos en el tiempo a la constitución de la orden. En segundo lugar, guardaban sentidos muy diferentes. Los criterios que guiaban a los diversos autores médicos en la composición de sus tratados no eran los mismos que orientaban la redacción de los estatutos y las reglas de las órdenes de caballería de los estados cruzados. En efecto, la prescripción de comidas no respondía en estos últimos solo a factores estrictamente médicos, sino a otros de orden litúrgico o festivo. En tercer lugar, el acervo teórico en materia médica para la producción de cada texto era esencialmente el mismo: la medicina galénica-hipocrática. De esta manera, nuestro trabajo derivó en la discusión sobre las respuestas y formas de acercamiento al conocimiento y la circulación de saberes médicos locales que desarrollaron los europeos. En este punto pudimos comprobar a partir de la documentación existente que la supuesta diferencia en el grado de desarrollo teórico de la medicina occidental y oriental, es un punto que debe ser matizado. Para esto, apoyados en la producción historiográfica más reciente, señalamos que la medicina que los cruzados realizaban en Outremer, no era necesariamente inferior ni más rudimentaria que aquella que llevaban a cabo los médicos locales. En ambos casos pudimos observar que las terapias y los saberes prescriptos en diferentes documentos legales (los Assises de Jerusalem), y el trabajo de los médicos, descripto en los textos producidos por peregrinos, funcionarios e historiadores latinos (como Guillermo de Tiro o Jacobo de Vitry), se basaban en el mismo acervo teórico-médico. Señalamos también algunos de los problemas de las lecturas que enfatizaron las diferencias de grado entre los desarrollos de una medicina “europea” y una medicina “árabe” y los procedimientos de análisis desplegados en tales afirmaciones. En función de esto, observamos que los médicos europeos eran contratados, al igual que sus pares orientales, por los nobles y las figuras locales más importantes del reino, sin que mediara ninguna preferencia por unos u otros en función de un mayor conocimiento teórico de la medicina. De la misma forma, señalamos como las cruzadas constituyeron un período de intercambio y apropiación de saberes, contrario a la imagen de la historiografía tradicional que sostenía el rechazo a la producción oriental por parte de los europeos. De tal modo, en nuestro trabajo quedó en evidencia que a partir del conocimiento médico no era posible en ningún caso distinguir puntos de conexión existentes entre la práctica desarrollada en el hospital de Jerusalén con la de los hospitales bizantinos. En cambio, lo que si permitió esta tarea, fue la comparación de las características particulares de la organización hospitalaria. De esta forma, además de lo señalado en torno a las similitudes existentes entre la primera regla del hospital y la de los monasterios de la región de Siria y Palestina, la caridad religiosa asociada a la tarea de atención y cuidado de los enfermos, la jerarquía y la división de las funciones médicas del personal del hospital y la distribución espacial, fueron los puntos que permitieron asociar el despliegue médico bizantino con aquel desarrollado en el Hospital de San Juan de Dios. El primero de ellos tiene que ver con el ideal de devoción cristiana en el cuidado del enfermo que existió en los hospitales bizantinos. Asociado desde su origen en el siglo IV a la filantropía de emperadores o altas dignidades de la iglesia griega, dichas instituciones fueron desde su fundación definidos por el más alto ideal de cuidado y tratamiento de los enfermos. En este sentido, la información que podemos extraer de las fuentes, confirman que este ideal del Xenon bizantino era compartido por el hospital de San Juan. Por otro lado, el despliegue médico de este último contó con un modelo existente no solo en la región de Siria y Palestina, sino también en Constantinopla. En esta última ciudad, los hospitalarios tuvieron una presencia importante al menos desde la segunda mitad del siglo XII lo que les permitió estar en contacto con el modelo de organización hospitalaria de los grandes monasterios de la región. En efecto, dicho modelo podría haber orientado la construcción del gran hospital de la orden a mediados de la década del ‘50 del siglo XII en Jerusalén. Para comprobar esta idea, comparamos los documentos vinculados a los servicios médicos dispensados por este hospital con dos instituciones bizantinas cuya fundación difiere en muy pocos años: La primera, el hospital asociado al monasterio Pantokrator en Constantinopla. La segunda, el de Kosmosoteira en la región de Bera en Tracia. De este modo, pudimos asociar la tarea médica del hospital del San Juan con la de los hospitales bizantinos a partir de toda una serie de coincidencias concretas entre estos últimos y el primero. La contratación de personal médico calificado, organizado jerárquicamente y con tareas asignadas en función de su especialidad, la división de las salas por sexo, así como todo un conjunto de servicios que eran otorgados al enfermo y el pobre, son algunos de los puntos en común que pretendemos trazar en nuestro análisis entre las instituciones. De igual manera, a propósito del tratamiento organizado por el hospital en Jerusalén hacia las mujeres, analizamos una serie de documentos y crónicas de peregrinos que arrojan información sobre la recepción de parturientas y el cuidado de sus hijos recién nacidos. También nos detenemos en el papel del hospital en la recepción y adopción de niños huérfanos, aspecto que es considerado en nuestro trabajo por primera vez dentro del campo de los estudios de las cruzadas. Por otro lado, y por último en relación al hospital de los Hospitalarios, abordamos la discusión acerca de la tarea desplegada por la orden y el carácter de los pacientes que la misma recibía. De esta forma, a partir del análisis de diferentes documentos que brindan información sobre terapias y la condición de los residentes del hospital discutimos con la posición que sostuvo que la institución en Jerusalén brindaba simplemente un lugar de hospedaje y alimentación. Por el contrario señalamos como el hospital no se orientaba simplemente a cuidar a los enfermos, sino que actuaba con el fin de curar a sus pacientes. Por otro lado, también consideramos el tratamiento que la lepra recibió en el Reino Latino de Jerusalén entre los años 1099 y 1187. Este tema, que ocupa la última sección de nuestro trabajo es abordado, en primer lugar, por el hecho de que el estudio de las respuestas sociales hacia esta enfermedad en Tierra Santa bajo dominación franca nos permitió indicar una serie de similitudes con el tratamiento que la misma recibió por los padres bizantinos de la iglesia griega. En efecto, tanto en Bizancio como en el Reino Latino de Jerusalén, las consideraciones de diferentes figuras de la iglesia ensalzaron los valores de la lepra y la inclusión de los sujetos que la padecían en la comunidad de fieles. Por lo tanto, la misma pregunta que orientó nuestra investigación acerca de la influencia de la cultura hospitalaria bizantina estuvo presente en el abordaje de las respuestas sociales ante esta enfermedad en una serie de documentos diversos como fuentes legales y crónicas de peregrinos y funcionarios del reino. La segunda razón que motivó la incorporación de esta sección en nuestro trabajo se vinculó con la centralidad que el tema tuvo en los estudios de la historia de la medicina en las cruzadas. La atención y el cuidado particular que recibieron los enfermos de la lepra, así como una actitud de inclusión contraria a la que habría existido en el mundo europeo, llamó la atención de más de un autor. De tal modo, se ensayaron diferentes lecturas acerca de las razones de este tipo particular de tratamiento de la lepra. Ninguna de ellas vinculó el modelo heredado del mundo bizantino para su estudio en Outremer. Por último, incorporamos en nuestro trabajo un apéndice con una serie de traducciones, realizadas por primera vez al español, que resultan fundamentales para el abordaje de la teoría y la práctica médica en el Reino Latino de Jerusalén y, en particular, para el estudio de la tarea de atención y cuidado al enfermo desplegada por los Hospitalarios en su hospital en Jerusalén.
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Greif, Esteban Augusto; de Asúa, Miguel José Cristian; Ubierna, Pablo Alejandro; La influencia de la organización hospitalaria bizantina en el Hospital de San Juan de Dios y la práctica médica en el Reino Latino de Jerusalén (1099-1187); 20-3-2019
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