José Segundo, polímata chaqueño

Abstract

José Segundo, Koronsae, es uno de los pocos chanés que me atrevería a llamar amigo. José es uno de esos personajes desconcertantes, tan típicos del Chaco, de los que uno no termina de saber si se trata de un sabio, de un filósofo o de un delirante, y que siempre sorprende con alguna salida que provoca asombro, risa, incomodidad o todo eso a la vez. Copio, como muestra, una sola de sus sentencias: “Estela tiene cara de caballo: es fiera pero la quiero porque es pura como la Virgen María”. Una sola frase, entonces, que ni siquiera es demasiado extensa, cifra toda una serie de ideas tan turbiamente definidas como iluminadoras sobre la afinidad matrimonial (Estela es su esposa), la alteridad (Estela es toba), la sociología regional (el suyo es uno de los escasos matrimonios interétnicos) y los cristianismos indígenas (José fue católico, mormón y actualmente es evangelista pentecostal); a la vez —por qué no— esa frase escueta revela cierta concepción algo anticuada del decoro y hasta algún rasgo de su propia personalidad: el humor corrosivo, la analogía sorprendente, la formulación memorable. José es, en efecto, un personaje con muchas aristas. Tantas, de hecho, que me atrevería a calificarlo como polímata aun sabiendo que bien puede sonar excesivo; pero es que se trata, realmente, de un espíritu renacentista: un chané con familia toba, un viajero incansable, un comerciante, un líder político, un etnógrafo de la cultura propia y ajena, un pastor evangélico, un chamán, un católico, un mormón, un pentecostal devoto y muchas cosas más...