Lo que oculta Fortín Yunká

Abstract

Año 1919. Formosa era territorio nacional. Una línea de fortines marcaba la frontera. El Fortín Yunká estaba ubicado en el centro norte de la actual provincia. Vivían siete soldados, algunas mujeres, sus hijos e hijas. El 19 de marzo de ese año el fortín sufrió un ataque. El Sargento 1º Fernando Leyes, seis soldados a su cargo y sus familias aparecieron muertos. De inmediato, se desplegó una maquinaria de violencia feroz que -lejos de apaciguarse- se perpetúa hasta hoy. Las tropas -a cargo del Teniente Narciso Del Valle y el capitán Enrique Gil Boy- apresaron al Cacique Garcete, uno de los líderes más importantes del Pueblo Pilagá, y asesinaron a mansalva a las familias. De esa masacre quedan pocos registros. Los militares necesitaban reparación y culpables. ¿Habían sido los Pilagá? No importaba la verdad: lo importante era el castigo. Y que el castigo fuera público. Había que vengarse y que "los indios" supieran cuáles eran las reprimendas.Fortín Yunká pasó a la historia como el último malón. Así se puede leer en la guía YPF como reseña turística . La idea de que los Pilagá habían sido los perpetradores se fue repitiendo en la prensa y en los textos escolares. Planteamos la llamada masacre de Fortín Yunká (1919), como parte de un proceso complejo de genocidio ampliado y de disciplinamiento de la mano de obra indígena requerida para el desarrollo del modo de producción capitalista de ingenios, obrajes y algodonales en manos civiles, religiosas y estatales. En este artículo nos proponemos dar cuenta de la construcción discursiva de la región del Gran Chaco como ?desierto verde? en el que era legítimo -cuando no necesario- desplegar diversas tecnologías de poder a fin de instalar el Estado-Nación. Asimismo, y como parte de la continuidad en el análisis de la construcción de discursos legitimantes, estudiamos cómo se erigieron post-Yunká relatos de ?venganza? y ?heroicidad? que marcaron como victimarios a los Pilagá y que tuvieron como resultado la justificación de matanzas masivas.Para ello, en primer lugar, analizamos documentos, memorias militares y fotografías en torno a la figura del Cacique Garcete, uno de los principales líderes pilagá, y su estigmatización, persecución, explotación y confinamiento tras la masacre. Por último, inscribimos la denominada masacre del Fortín Yunká en el marco de políticas militares y reduccionales, signadas por la represión, en sintonía con otros momentos especialmente significativos dentro del proceso genocida, como Napalpí (1924), El Zapallar (1933) y La Bomba (1947).