De Gobernador a Jefe Supremo: La construcción del orden rosista

Abstract

Para 1850 Juan Manuel de Rosas estaba llegando a la cúspide de su poder y prestigio. En casi toda la confederación se respiraba un clima sosegado y de prosperidad. Aquellos que habían sostenido durante tanto tiempo al gobernador bonaerense comenzaban a creer que todas las dificultades y sacrificios habían valido la pena. Sin embargo, apenas dos años más tarde, todo se desmoronaría como un castillo de naipes. Ese enorme poder que Rosas había tardado casi veinte años en consolidar, y que parecía augurar un ciclo de permanente estabilidad, se esfumaría de repente y para siempre en el campo de batalla. ¿Qué había pasado? ¿Cómo se explica semejante vuelco de la situación? ¿Qué tensiones se venían acumulando bajo la aparente calma?En tiempos de la Confederación, Juan Manuel de Rosas venía actuando como primus inter pares cuando en realidad, institucionalmente, no debía gozar de mayor poder que ningún otro gobernador de provincia, más allá del manejo de las relaciones exteriores que las provincias le habían delegado. Cómo había logrado llegar hasta ese preminente lugar? ¿Por qué no actuó nunca (o evitó ser reconocido) como presidente? ¿Por qué se oponía a avanzar en la sanción de una constitución nacional? Creemos que en las muy particulares características del régimen de Rosas se encuentran buena parte de los motivos que llevaron a su abrupta desintegración, una tórrida mañana el 3 de febrero de 1852. Para tratar de entender mejor cómo se fue construyendo este poder, en este capítulo nos vamos a detener en los principales aspectos del periodo, abordando la política interna del régimen, las relaciones internacionales, la economía y la sociedad.