Metrópolis incompletas: inequidad socio-territorial, crisis sanitaria y ambiental

Abstract

La rápida expansión del COVID-19 a partir del brote de Wuhan (China) en diciembre de 2019 encontró indefensos a todos los gobiernos del planeta. Los coronavirus eran considerados desde hace décadas como amenazas capaces de desencadenar pandemias, pero la sólida argumentación proveniente del ámbito científico no se había materializado hasta ese momento en acciones preventivas concretas, de modo que los gobiernos debieron enfrentar la contingencia sin preparación previa. Las primeras vacunas tardaron un año en ser sintetizadas y aprobadas para su producción y aplicación masiva. Entretanto, las respuestas fueron sumamente dispares, abarcando un espectro de medidas muy amplio y variable de acuerdo con el ritmo de progresión de los casos, desde el completo aislamiento, como en Taiwán y Nueva Zelanda, hasta la negativa a encarar acciones sanitarias, como ocurrió inicialmente en Estados Unidos, México y Brasil. Las imágenes en los medios de hospitales sobrepoblados de pacientes y de miles de personas fallecidas abandonadas en las calles a la espera de servicios fúnebres reforzaban los reclamos de medidas sanitarias o contrastaban con manifestaciones contra las restricciones a la circulación, las actividades recreativas y las reuniones privadas, según la situación local.