Artículo
Encontrarse, compartir, construir: notas en torno a la práctica de la extensión universitaria con pueblos originarios
González, Crispina; Iñigo Carrera, Valeria
; Picciotto, Cecilia; Schiaffini, Hernán
; Verzoub, Martín Hernán; Leguizamón, Juan Martín
Fecha de publicación:
11/2021
Editorial:
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras
Revista:
Espacios de crítica y producción
ISSN:
0326-7946
Idioma:
Español
Tipo de recurso:
Artículo publicado
Clasificación temática:
Resumen
Desde Tartagal hasta Maquinchao hay, de acuerdo a los buscadores de Internet, 2.641.4 kilómetros. En un vehículo veloz representaría unos tres días con sus noches (y tres más de vuelta) unir estos puntos del mapa. En avión se tarda menos pero en realidad no tanto menos, porque un viaje suele empezar mucho antes de subir a ese avión o a cualquier otro medio de transporte. Viajar desde Tartagal o las riberas del Pilcomayo en Salta, hasta el pie de la meseta de Somuncurá, en Río Negro, implica un esfuerzo de voluntad, cuerpo y logística que pocos conocemos. Y también encierra una decisión colectiva, política, organizativa que va más allá de cada persona que viaja, porque no viaja quien lo desea sino quien el colectivo al que pertenece designa. En general, ni siquiera conocemos del todo las historias de quienes emprenden ese viaje, sino solo pequeños tramos, fragmentos de un recorrido que empieza, como decíamos, días antes de partir. Porque antes de salir hay que organizar los compromisos y las obligaciones, resolver quién va a cuidar de los parientes, la huerta o el empleo, hacerse el tiempo y el coraje para abandonar la ciudad o el paraje, subir a un colectivo, o más de uno, que vaya a una ciudad donde hay aeropuerto, pasar escáneres y cacheos, tomar el avión. El camino inverso, viajar de Maquinchao a Salta, es igual de complicado. Hay que abandonar el campo y eso, a algunos, les lleva días de preparativos. Participar de un encuentro de dos o tres días de duración representa quizáunos diez días de abandonar el hogar desde que se traspone la puerta con el bolso hasta que se retorna. Y, sobre todo, expresa una decisión que es producto, y a la vez alimento, de un colectivo. En este artículo queremos dar cuenta de algunas de las prácticas de extensión que desarrollamos desde el Programa Universitario Permanente de Investigación, Extensión y Desarrollo en Comunidades Indígenas de Argentina (Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires), en el marco del Observatorio Colectivo para Pueblos Originarios (OCOPO), iniciativa de nuestro espacio. Y ofrecer algunas reflexiones en torno de los esfuerzos, los resultados y los tiempos de esa práctica de la extensión. Para eso, vamos a narrar algunas instancias y referencias de la trayectoria de nuestro Programa, pero también del desarrollo de dos de los numerosos encuentros entre comunidades y organizaciones indígenas de distintos puntos del país, en cuya articulación y realización colaboramos. Uno se desarrolló en Tartagal, Salta, en 2019. El otro, en Maquinchao, Rio Negro, en 2020. Y la participación implicó el viaje de miembros de comunidades y organizaciones de Río Negro a Salta en 2019 y, a la inversa, de miembros de comunidades y organizaciones de Salta a Río Negro en 2020, justo antes del inicio de las restricciones forzadas por la pandemia.
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Citación
González, Crispina; Iñigo Carrera, Valeria; Picciotto, Cecilia; Schiaffini, Hernán; Verzoub, Martín Hernán; et al.; Encontrarse, compartir, construir: notas en torno a la práctica de la extensión universitaria con pueblos originarios; Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras; Espacios de crítica y producción; 57; 11-2021; 80-90
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