Filosofía, historia y transtemporalidad

Abstract

El tópico de la memoria ocupa un lugar importante en la reflexión contemporánea y la filosofía es una disciplina donde esa dimensión no sólo es relevante sino que resulta activamente ejercitada como núcleo de su práctica. Frente al modelo de las ciencias y su fuga hacia adelante, la filosofía construye en movimiento de redefinición permanente sobre el suelo de lo previo. Este movimiento, sin embargo, no se da sin conflicto y el modelo de la técnica ha avanzado hasta colonizar sectores de la disciplina que no deberían haber cedido tan fácilmente. En una coyuntura donde las ciencias en general, pero las Humanidades muy especialmente atraviesan problemas graves este punto es central. En efecto, discursos de protección de la ciencia prohíjan a las Humanidades a través de justificaciones que las vacían, como sucede con la invisibilización usurpatoria frente a las ciencias sociales, de manera tal que quedan "cubiertas" bajo temáticas como "medición de niveles de pobreza", o la búsqueda desenfrenada de material "aplicable" o "estratégico" en una dimensión definida como investigación fundamental que debería operar el análisis sobre la tensión entre la meta y las supuestas "estrategias" definidas al calor de los fervores de transformación y ante la mayor de las ausencias de reflexión epistemológica. Nuestro horizonte compete a la memoria y a una disciplina que la ejerce y promete un escenario de tensión con la lógica de las ciencias que impacta directamente en la discusión de la coyuntura. Lo que sigue, sin embargo, tendrá poco de coyuntural, porque pretendo ahondar en algunas razones que explican el actual estado de cosas con un ejercicio de memoria de largo plazo que apela a la diacronía y a la interepocalidad como elementos que deben ser revalorizados. En primer lugar nos detendremos en los dispositivos de abordaje del pasado, para analizar luego la cuestión de la filosofía y sus tiempos y aportar tres ejemplos de disponibilidad transtemporal de las ideas filosóficas.