De la justicia a la cohesión social, del trabajo al trabajo decente: una reflexión histórica y latinoamericana en torno a la noción de trabajo en los orígenes de la OIT

Abstract

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), una institución relevante a la hora de pensar el mundo del trabajo en el siglo XX, impulsó en el marco de su centenario una campaña conmemorativa de su historia y su impronta. Precisamente en la Declaración del Centenario para el futuro del trabajo , realizada en junio de 2019, se sostienen y reiteran los principios fundamentales enarbolados desde la creación del organismo, plasmados en el Tratado de Versalles y consolidados en la Declaración de Filadelfia de 1944: la justicia social, el consenso tripartito, la paz universal, y una particular definición del trabajo. En la voz histórica y oficial del organismo se afirma que el trabajo no es una mercancía, y que por tanto se define por sus condiciones y por derechos que son desde entonces inherentes a la condición asalariada, y que constituyeron campos de demanda y disputa a lo largo de los siglos XX y XXI. La persistencia de tales principios muestra la vigencia de los problemas sociales y políticos que enmarcaron el surgimiento de la OIT en torno al mundo del trabajo y sus desigualdades a escala mundial. También da visibilidad a la necesidad de historizar las nociones, definiciones y valoraciones que sustentaron y sustentan políticas y dinámicas del organismo. En las últimas décadas se sumaron nuevos principios fundamentales al programa ginebrino, como el trabajo decente, la cohesión social, el diálogo social, la igualdad de género y la globalidad equitativa, junto al trabajo sustentable en términos ambientales y sociales, entre otros. Tales nociones han estructurado campañas y políticas a nivel global. En particular, el lugar que ha tenido nuestra región, América Latina, en la configuración propiciada históricamente por la OIT, que hoy cuenta con una nutrida historiografía , permite pensar iniciativas y limitaciones del propio organismo, pero fundamentalmente, habilita la reflexión sobre las situaciones sociales diversas del continente, los procesos y actores que vincularon a la OIT con este, y su mosaico de realidades nacionales y locales, ¿qué lugar tuvieron o cómo se ajustaron a las definiciones y consensos promovidos por el organismo internacional en diversas coyunturas?.