La fertilidad de los suelos pampeanos

Abstract

La fertilidad se define comúnmente como la capacidad de un suelo de aportar a los cultivos la cantidad de nutrientes que necesitan en forma balanceada (Soil Sci. Soc. Am. 1996). Esta propiedad se diferencia de la productividad, definida como la capacidad de un suelo de producir un dado nivel de rendimiento bajo un escenario de manejo definido (Soil Sci. Soc. Am. 1996). Mientras que cuando se estudia la fertilidad la atención se concentra en los nutrientes y los procesos químicos y biológicos que determinan que estén disponibles para las plantas (Black 1993, Tisdale et al. 1993), al evaluar la productividad de un suelo se aplica un criterio más abarcativo integrando todas las propiedades que impactan sobre la producción, principalmente la fertilidad y las propiedades físicas edáficas que también afectan la dinámica del agua (Huddleston 1984, Yang et al. 2003). La cuantificación de la fertilidad del suelo se realiza de dos maneras: evaluando los stocks de nutrientes totales-disponibles para los cultivos o cómo responden los mismos a la aplicación de fertilizantes. La productividad en cambio se determina usando índices que involucran propiedades químicas y físicas de los suelos, pero raramente biológicas. Como estos índices categorizan a los suelos y son usados para asignar impuestos, no deben estar integrados por variables muy dinámicas o fácilmente afectadas por el manejo. En consecuencia, algunas propiedades del suelo básicas para medir su fertilidad, como por ejemplo el nivel de nitratos o de fósforo extractable, no se usan en la construcción de los índices de productividad. Por ende, si bien la productividad de un suelo en un momento dado puede depender también de esas variables dinámicas de fertilidad, no se las considera al categorizar suelos y en la práctica se usa un criterio restrictivo de productividad incluyendo solo propiedades estables.