¿Clase media? Ensayos de literatura y sociedad desde Gino Germani a la Nueva narrativa argentina

Abstract

La expresión clase media acaso sea, más que el nombre de un segmento de la sociedad, ante todo, un problema. No sólo un problema de investigación del que dan cuenta amplias bibliotecas de un sinnúmero de disciplinas entre las que quizá resalte la sociología, sino un problema político. No resulta fácil, empero, pensar que el nombre neutro atribuido a un grupo de personas que comparten una similar situación en la estructura social pueda encerrar un embrollo de índole política. Al fin y al cabo, es un término que apunta a una existencia colectiva y, a menos que hablemos de política de exterminio (que las hubo y las hay), no es inmediatamente diáfano cuál sería el problema que podría encerrar aquella existencia que, en tanto tal, adviene al plano del discurso en su nombre. Sin embargo, un somero recorrido histórico de cuándo ese término comenzó a tener pregnancia y asumirse como un atributo identitario -soy de clase media- permite visualizar que no siempre estuvo ahí en la lista de las primeras evidencias al modo de un término meramente descriptivo y, si aún nos remontamos más atrás en el tiempo, veremos que su entrada en la historia se asemeja más a un slogan político que a una categoría sociológica: ya que es en los debates de la Francia posrevolucionaria cuando los Orleanistas traducen esa noción desde la Política de Aristóteles a su propio contexto para evitar una dicotomización del espacio social en términos de Pueblo / Aristocracia. En el medio, evitando la polarización entre poseedores y desposeídos, se afirma la existencia de una clase media. Su nombre es siempre-ya político. ¿Podría desvanecerse? ¿Podría existir un espacio social particionado de otro modo? ¿Y si hubiera sólo dos clases? ¿Qué consecuencias traería ello a la imaginación política? Pero la clase media no deja de ser llamada a la existencia. Se la invoca en innumerables discursos políticos, se teme por su desaparición, se la cree la columna vertebral de la nación. Es más, la presencia de una amplia clase media hace de la Argentina un país de dudosa inscripción latinoamericana, en tanto país ?de descendencia europea?: su historia como nación moderna desde ciertas narrativas -que aquí pensaremos como enunciaciones de clase media- comienza con la inmigración europea de fines del siglo XIX y principios del XX. Antes, nada. Con la clase media, los momentos de esplendor de la nación, quebrados por la intrusión de ésos que no pueden alegar un origen europeo; ésos de tez morena, que sin haber atravesado el largo camino del mérito, de un zarpazo, tomaron aquello por lo que otros habían largamente trabajado: el aluvión zoológico entra en escena y, con él, comienza la larga decadencia de ese país que supimos ser, hasta caer en este presente corrupto, donde el mérito no se condice con el destino, donde no paran de vivir a la clase media, ésa que realmente labura.En esta historia estamos. Y en estos ensayos, desde distintos registros literarios, intentaremos desandarla: viendo cómo está construida, cómo sus hilos podrían anudarse de otra manera, hasta que sus marcas definitorias se borren como en los límites del mar un rostro de arena. Empero, una aclaración: es porque hay otros relatos y porque un orden social -y la cuenta de sus partes- es cualquier cosa menos natural por lo cual esta lectura que pretende quitarle sus evidencias a la identidad de clase media -y el campo de experiencia que ella supone- puede producirse. Hay otros relatos, persisten modos de pensar la división de clases de una sociedad sin que la clase media exista en el medio. La siguiente interpretación es posible porque desde la historia de los oprimidos las clases son dos: y en esa catástrofe estamos.